¿Cuántas veces vemos a personas pasar por las mismas situaciones teniendo capacidades y talentos similares y sin embargo sucede que una logra sus objetivos y es más exitosa que la otra? ¿Qué aspectos las hace diferentes y cómo afecta esto en su forma de afrontar las adversidades?
Según estudios realizados por Carol Dweck, profesora de la cátedra Lewis and Virginia Eaton de Psicología social en la Universidad Stanford, hay dos tipos de mentalidad: Fixed Mindset (Mentalidad Fija) y Growth Mindset (Mentalidad de Crecimiento) y dependiendo de qué tipo tengamos consistirá nuestra actitud y visión del mundo.
Las personas que tienen una mentalidad fija o Fixed Mindset están convencidas de que la inteligencia y las habilidades son talentos naturales que no se pueden desarrollar. Esta mentalidad puede ser una barrera para el aprendizaje. Si el talento es innato, ¿por qué esforzarme por mejorar? Si un alumno realmente cree que nunca podría aprender un segundo idioma, nunca podrá encontrar el éxito. Es decir que ante el primer error, dejará de intentar.
A diferencia, encontramos la Mentalidad de Crecimiento o Growth Mindset, la cual asegura que la inteligencia y talentos sí se pueden desarrollar. La forma de ver el mundo y enfrentarse a situaciones de personas con esta mentalidad se fundamenta en el esfuerzo, trabajo constante y la idea de que todo se puede aprender en las condiciones adecuadas.
El Growth Mindset conduce al deseo de aprender y a:
¿Cómo es posible sembrar en mis hijos una Mentalidad de Crecimiento?
Es fundamental enseñar a nuestros hijos que ellos pueden aprender y mejorar su rendimiento y que no están determinados por los resultados. Nuestros hijos se comportarán de manera diferente si creen que es a través de la práctica y el esfuerzo que pueden conseguir lo que se propongan.
A continuación compartimos algunas sugerencias para desarrollar esta mentalidad en nuestros hijos:
1) Valorar el esfuerzo
Nuestra atención como padres debe estar puesto en el proceso de aprendizaje de nuestros hijos y no sólo en sus resultados. Es importante reconocer el esfuerzo que hay detrás de un logro. Por ejemplo, cuando mi hijo logra resolver un ejercicio de matemáticas después de tener dificultades, debemos elogiar su esfuerzo y dedicación en vez de decir que el niño es simplemente inteligente. Incluso si la respuesta es incorrecta se debe reconocer el esfuerzo y de esta manera, promover la capacidad de nuestros hijos para que vuelvan a intentarlo y logren su objetivo.
2) Si no es hoy, será mañana,
Cuando nuestros hijos están aprendiendo y no llegan a los resultados esperados, podemos hacer énfasis en que el aprendizaje es un proceso y que, si hoy no se ha logrado el resultado esperado, lo harán mañana a través del esfuerzo y la dedicación.
3) Inculcar una buena actitud
Nuestros hijos son el reflejo de las palabras con las que nos referimos a ellos. Intentemos siempre inculcarles una buena actitud utilizando palabras positivas tanto para sí mismos como para los demás.
4) Trabajo colaborativo
Cuando trabajamos en grupo, tenemos la oportunidad de observar y aprender distintas maneras para resolver un problema. Valoremos la diversidad de pensamientos y habilidades como únicas, esenciales e irremplazables.
5) El valor de descubrir
Si nuestros hijos se enfrentan a una dificultad, permitamos que nuestors hijos experimenten por su cuenta y descubran la manera de resolverlo, en lugar de brindarles la solución.
6) Variedad
Para que de manera natural nuestros hijos aprendan a resolver distintos desafíos, debemos exponerlos a diferentes tipos de tareas. De esta manera, se puede generar una diversidad de oportunidades para que ellos demuestren lo que saben hacer.
7) Cuidemos nuestro lenguaje y el lenguaje que utilizan nuestros hijos hacia si mismos.
En vez de decir…
“No lo conseguiré”
“Soy un negad@ para las matemáticas”
“No me sale. Lo dejo”
Diré
” Puedo conseguirlo depende de mi esfuerzo”
” Estos ejercicios de matemáticas NO me salen AÚN”
” Aún no me sale pero puedo conseguirlo”.